El raspajo torreño: quince años de símbolo festero y participativo

La tradición dela Quema del Raspajo de Las Torres de Cotillas fue instituida en el año 2003 por la Concejalía competente del ayuntamiento de la localidad como celebración -a estas alturas ya multitudinaria, consolidada y claro referente etnográfico- que, discurriendo enla Explanada del Maestro Ángel Palazón, en el último domingo del mes de agosto, sirve de colofón y broche apoteósico de las fiestas patronales del municipio.

Catalogada como una ceremonia de carácter purificativo, tiene una doble inspiración: la cristiana, para ver en el fuego el elemento propicio con que destruir el pasado malévolo sobre el que se edifica el presente renovador del alma, proyectando una idea de vida y salud, de transformación, regeneración, enmienda o muerte del hombre viejo víctima del pecado y el nacimiento en su lugar del hombre nuevo redimido por la fe; y la pagana, dotada de esa mentalidad -que se remonta a la noche de los tiempos- donde el fuego procedía del Sol, del que era su representante sobre la tierra, de él vería surgir la fuerza para facilitar el crecimiento de las cosechas y, consecuentemente, el bienestar de los hombres y animales.

Y, hablando de cosechas, en Las Torres de Cotillas, hace apenas un siglo un pueblo que vivía de la uva, las fiestas patronales, como destaca el Cronista Oficial de la Villa Ricardo Montes, giraban por aquel entonces en torno a este fruto ya que acontecían tras la vendimia, en la primera quincena del mes de octubre -hasta el año 1969, que se trasladaron a fechas de agosto- siendo el acto central del festejo el ofrendar el primer mosto de la recolección a Nuestra Señora dela Salceda.

En suma, una Quema del Raspajo de naturaleza mágica, espiritual y trascendente que recrea, rescata un pasado agrícola que define no pocos aspectos de la identidad de nuestro municipio.

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