Domingo Cava, en recuerdo y gratitud por haber dado lo mejor a Las Torres de Cotillas y sus gentes

Todavía nos cuesta asumirlo. Hemos amanecido con la triste noticia del fallecimiento de Domingo Cava. Un hombre bueno, que despertaba vitalidad, energía, ganas de hacer cosas, con esa virtud de la genialidad, de lo creativo hecho arte, emprendiendo y/o ayudando a emprender multitud de iniciativas en Las Torres de Cotillas, municipio por el que sentía amor y conciencia para hacerlo cada día mejor, más puntero y avanzado.

Depositario de grandes valores que engrandecen su recuerdo, Domingo, con esa vena torrencial de empatía, elocuente, era todo nobleza, bondad infinita, servicial, con esa sonrisa de semblante pero sobre todo de corazón. Hombre entrañable de diálogo y entendimiento, de cercanía, hecho a sí mismo, de familia laboriosa, buen padre de su hijo Mario, con voluntad más que probada de hacer el bien a los demás, lo que le hacía recibir el cariño y admiración de todos. 

Vinculado profesionalmente desde su más temprana juventud al sector de los seguros y posteriormente al del comercio, en su faceta pública en los planos de la política municipal y el de las cofradías de Semana Santa dejó un notable balance de logros e iniciativas que han perdurado.   

Presidente del Partido Popular local con el nuevo milenio al que le imprimió ideas de renovación de estrategias y personas para ser la agrupación política mayoritaria de la localidad que 3 años después fue, Domingo Cava desempeñaría con esas siglas una función de concejal a lo largo de dos legislaturas que, reflejo de su personalidad de sencillez y naturalidad, lo mostrarían como un dirigente ideal, como ese político a pie de calle, de escucha activa, de gesto vehemente, de proximidad al vecino, comprometido con dar cauce de solución a sus necesidades, capaz de llegar a todos por igual, aportando al municipio que lo eligió para la cosa pública una vorágine de proyectos, la mayoría pioneros en la localidad, que darían valor y revolucionarían con una transformación a mejor los planos de la cultura, el ocio y los festejos tradicionales, potenciando Las Torres de Cotillas como una marca de calidad y éxito en eventos que ahí siguen vigentes con la impronta personal de un concejal cuyo lema era el de hacer partícipes a los vecinos de esas realizaciones.   

La potenciación del teatro, la música, las costumbres ancestrales de nuestra tierra, las fiestas en su carácter variado, multitudinario y de atracción y proyección regional –con esa Quema del Raspajo como mascarón de proa del compendio de diversión y tradición- y un tejido asociativo de Peñas, comparsas y entidades del arte al servicio del pueblo y dotado del impulso para mostrar lo mejor de su actividad y repertorio cuentan en la hoja de óptimos resultados de Domingo Cava en su paso por el ayuntamiento torreño. 

Semejante bagaje de consecuciones aportaría a la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de la que, tras su retirada de la política activa municipal, tomaría las riendas como presidente inyectando al panorama de la Semana Santa un aire de renovación en pro de su engrandecimiento y esplendor.  

De impresionante personalidad, para Domingo no había nada imposible para llegar a una meta que era la de dar lo mejor a su pueblo. 

Era un apasionado gestor de las inquietudes culturales que bullían en su mente y que después se hacían realidad por ese mismo tesón y dedicación. Hombre de desarrollada intuición y psicología, era un trabajador infatigable para crear y consolidar esa labor bien hecha y abierta al gusto masivo del público.  

Un torreño que labró su existencia al servicio de los demás, de los suyos, su familia, amigos, vecinos, con sencillez y calidad humana indiscutibles. Una figura pulcra en valores. Estas palabras nunca alcanzarán a reflejar todo porque lo mucho y bueno que hay que decir de Domingo desborda el alma. 

En nuestra memoria y admiración siempre, amigo. 

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