José Martínez Giménez "Lali", un torreño singular

Por Juan José Ruiz Moñino

Un hombre que da nombre a un pueblo: José Martínez Giménez "Lali".
 "Escribir es la manera más profunda de leer la vida"
(Francisco Umbral)

Desde hace casi dos décadas conozco a José Martínez Giménez "Lali". Pepe es de esos hombres entrañables a la par que incansables y activos que dan nombre propio a un pueblo como Las Torres de Cotillas.

Como amigo suyo que soy voy a empezar hablando de Pepe como persona. El talento, la nobleza, la generosidad, la tolerancia y la discreción son virtudes que retratan el ser de este escritor hecho a sí mismo cuya vocación le lleva al buen puerto de una formación de exquisito estilo, de acertadas maneras de articular la vida a través de la creatividad. 

A este escritor prolífico, polifacético, de vasto bagaje cultural y con una ingente producción de creaciones en verso y prosa a sus espaldas podemos considerarlo como un vate haciendo honor a esa frase que pronunciara Vicente Aleixandre cuando decía que "la poesía es comunicación, algo que sirve para hablar con los demás hombres". Y es que Pepe es autor espiritual, denso, trascendente, que bebe con ansiedad de una lírica tradicional de cancionero, romancero o letrilla anónima que da como decantación un escritor de gran finura y extraordinario sabor lírico, de expresión ardiente y luminosa, diversa y multiforme.

Sencillez, austeridad, emoción, intensidad, gozo, levedad, música, hondísima e irrefrenable fuerza del alma,..., todos son ingredientes que llevan al lector el sabroso alimento literario de Pepe.

En conversación mantenida con nuestra entrañable crítica literaria María Ángeles Moragues, "Lali" comentaba que "la ilusión, aunque la vida te enseñe más cosas, no debe perderse nunca" y es que, dice este poeta de naturaleza plena, "la gente con decisión suele hacer cosas".

Estamos ante un autor que, junto a profundos poemas y acertadas prosas, pone en danza además sus pasiones y conocimientos teatrales, recreando con fulgor los temas de la vida misma, todo dicho con unción y gracia exquisita, en correspondencia con un ímpetu que irrumpe en cualquier ramo aromado de sus creaciones cual esencia de lirismo trasunto de miel extraída de flores.

Es así que para Pepe Martínez la literatura es un compromiso vitalista y en su obra diversa, amplia de temáticas que emplea en estrofas y narraciones, este admirable escritor expresa todo lo que envuelve su existencia, tanto en primera persona, describiendo emociones, sensaciones, vivencias, como espectador de un mundo donde su canto a los problemas, a las desigualdades, a los sufrimientos, a la utopía que debe bajar al suelo de la realidad es una plegaria a modo de conjuro de esas lacras o desvelos que nos atenazan.

Obras como "Halcones, hidalgos y agua" que acaba de reeditarse siguen ese patrón sugestivo que bien define lo que escribe "Lali"; trazan una cosmogonía que se articula sobre tres puntales de materia y espacio: hombre, tierra y agua, una tríada de constantes que hablan muy a las claras de la fuerza expresiva de este torreño de cuna pulpitera. Estamos ante una historia abrazada a la obra misma del hombre, construyendo imágenes sucesivas del ser cotidiano cercado por la vida. "Halcones, hidalgos y agua" es comunicación de alma a alma, la del hombre con el medio natural que le rodea, de lucha de supervivencia, de superación, de abrazo al líquido elemento que moldea además la personalidad de un pueblo y sus gentes a lo largo de siglos de historia compartida, sucesión de río a fuente, pozo, efervescencia de humedad cual vaho de pulso vital, comunión de afanes y sentimientos, en una palabra, que sabe descifrar el estímulo constante de Pepe a la hora de escribir. Como su autor afirma, el libro ha sido concebido para que sea leído de varias maneras y también para que pueda ser interpretado y lo consigue desde estrofas que plasman la lucha de un pueblo por su futuro, una sucesión de hechos, hitos, vivencias e información salidas del magín minucioso de un investigador lleno de ilusión, entrega y precisión.

La puesta de largo de "Halcones, hidalgos y agua" fue uno de esos satisfactorios eventos que tuve el orgullo de prologar y donde el Pepe poeta además hace de historiador y la crónica la canta, recita, transmite con el pulso del verbo vibrante, el que destila, compone y expresa este admirable torreño qua ha puesto además no poco esfuerzo, tenacidad e ilusión por situar el folklore, las tradiciones, la cultura y las marcas de distinción de nuestra tierra en el lugar que le corresponde. Ello desde su labor como promotor, por ejemplo, de la más veterana Peña huertana torreña, "L´Almazara", un armónico grupo humano que ha llevado a muchos rincones de la geografía española e internacional el supremo valor de nuestras raíces y señas de identidad murcianas sin olvidar su estela en cofradías pasionarias, colectivos festeros,...

Todo este acervo, junto a su idiosincrasia, hacen de Pepe una figura popular que traspasa los límites locales y regionales para adentrarse en el contexto nacional.

Decía el sabio que "cuanto más se adentra uno en el corazón humano para descubrir la verdad, más verdadera poesía se encuentra". Eso es lo que muchos experimentamos al leer la obra de Pepe Martínez Giménez.

Pero, por encima de su indudable categoría literaria, Pepe destaca por su calidad humana. Es un torreño singular, toda una institución en el ritmo de la vida del municipio. Tiene una gran personalidad, generoso y servicial como nadie, de profundas convicciones religiosas y humanas. Su buen hacer, su capacidad de crear, su sentido del humor, su optimismo son aspectos característicos de un hombre al que se aprecia de verdad.

En estos tiempos que corren embarrados de principios devaluados, Pepe es ejemplo de valores absolutos, de alma limpia y ejecutoria honesta, pura.

Recibe, amigo, estas palabras a modo de gratitud por todo lo que mueves. Porque personas como tú hacen que veamos este mundo de otra manera, con los mejores efluvios que destila la música de tus versos, los ideales de tu prosa. 

Muchas gracias una vez más por ser lo que eres y por hacer lo que haces, amigo.

Juan José Ruiz Moñino

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