El Belén Monumental de una gran persona, el del torreño Antonio Vicente Belchí.   

Antoñín "El Flecha" es de esos seres únicos que dejan escuela y recuerdo imborrable en este mundo. Los que le conocimos nos sentimos orgullosos de este vecino que siempre os regalaba su esencia de buen hombre. Antonio en todo momento escogía el camino de la amistad, del buen trato, del servicio a los demás. Su vida la concibió con plena dedicación a los suyos, a su extraordinaria familia, a sus amigos, compañeros, vecinos,... Un ideal que generaba sinergias y que para Antonio sola pero exclusivamente era crear fraternidad. Este torreño de pura y honda raíz, padre de familia, ejemplar esposo y entrañable abuelo, hacía que los que estuvieran a su lado siempre se sintieran orgulloso de que un hombre de tal categoría y virtud hubiera tocado sus vidas. 

En esas múltiples ocasiones de conversación con Antonio, me decía que lo mejor que nos puede pasar en nuestro pueblo es que nos vemos, nos saludamos, hablamos y hasta brindamos por lo grande y bueno que nos depara cada amanecer.  Ratos de charla donde Antoñín rememoraba una existencia llena de pasiones, desde la propia familiar hasta la profesional –en su cometido de funcionario de Correos-,  el de su entrega al fútbol –donde todos lo catalogábamos como un as del balón- y, cómo no, el jalonado por su impulso a la Semana Santa torreña a través de su labor y vocación de cofrade fundador de la Hermandad pasionaria del Cristo Resucitado y San Pedro- sin obviar ese primor por montar un prodigio de Belén familiar elaborado hasta con el más mínimo detalle de minuciosidad, calidad artística de elementos decorativos, escenarios, figuras y efectos de iluminación y sonido en un alarde bien logrado de monumentalidad.

Una Nochebuena de hace dos años descubrí las delicias de ese Belén entrañable y hecho con devoción y que, como resultado a ese todo magistral, sería premiado en certámenes de proyección regional como el convocado por el diario "La Verdad". El ofrecimiento que me hicieron este vecino de bien me llevó a contemplar una composición maravillosa de estructuras y figuras policromadas bien conjuntadas y respondiendo a la perfección a una puesta en escena de los pasajes del Nuevo Testamento que describen hechos gloriosos como el Nacimiento de Jesús.

Un prodigio de Belén que, surgido con carácter familiar en la pasada década de los 70 y hecho con primor, buen gusto, horas y horas de montaje y devoción de fe, no olvida ofrecer al espectador, junto a las reproducciones a escala perfecta de monumentos de la época de Palestina, Israel y Jordania y las miniaturas de artistas murcianos y de Madrid, también efectos de imagen y sonido tales como amaneceres, puestas de sol y fases de luna y narraciones con voz en off de lo que aconteció en Tierra Santa hace más de dos mil años. Una composición de arte que, tras el fallecimiento de Antonio Vicente y, como homenaje a su persona y dedicación activa a sus cuarenta años de andadura difusora de las tradiciones de nuestra tierra por la geografía nacional y allende la misma, la Peña "L´Almazara" acoge esta Navidad en su sede social, en un compendio con su también galardonado a nivel regional Nacimiento de estilo costumbrista de 1985 (con figuras de artesanos de la tierra como Griñán, Ramírez o Cuenca) para dar lugar así a un despliegue monumental digno de ver para sumergirse en una historia que dio arranque a la Era Cristiana. 

Desde aquí doy las gracias a Antonio por hacerme partícipe de lo hermoso de la virtud humana. En nuestro recuerdo siempre este torreño extraordinario. 

Este sitio web utiliza cookies para facilitar y mejorar la navegación. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso. POLITICA DE COOKIES