Mariano González Beltrán y Las Torres de Cotillas

Para Las Torres de Cotillas supone un privilegio contar con obras de uno de los escultores españoles más Importantes de su generación y además uno de los de mayor proyección internacional, un murciano afincado en esta localidad de la Vega Media desde hace cinco décadas.

Es así que el municipio torreño, concretamente su Casa Consistorial, a partir de este próximo 24 de agosto recibirá en su hall o entrada a vecinos y visitantes con una emblemática creación de Mariano González Beltrán. Una cálida y exquisita bienvenida vestida de arte y presidida por el extraordinario estilo de un creador que,  autodefinido como un hombre optimista que hace de la esperanza una de las máximas de su vida, cuenta con esculturas presentes en espacios y colecciones públicas y privadas repartidas por todo el mundo y con temáticas tan deslumbrantes como la tauromaquia, la maternidad rotunda, fuerte, guapa, murciana y mediterránea, la niñez, la mitología versátil, de instante fugaz y significado propio.

Hablamos de obras de tal calibre como el majestuoso Ícaro de Águilas y su réplica del Real Casino de la Ciudad de Murcia (alegorías claras del anhelo y derecho a soñar, del vuelo de la mente, de esa forma de libertad que, en palabras de González Beltrán, "nadie puede arrebatarle a ningún ser humano") y el Monumento a los Derechos Humanos, que resplandece con sus volúmenes desde hace veinte años delante del Consejo de Europa en Estrasburgo (Francia) en el marco de un equilibrio profundo, porque este conjunto escultórico representa el ciclo de la vida humana, en un círculo que simboliza la unión y la armonía, valores supremos para que una sociedad pueda respetarse a sí misma.

Por tanto, las creaciones de González Beltrán, inconfundibles, en permanente evolución, desde la figuración realista o humanista actual, renovadora, salen de la vida y de la forma con la que este genio ve las cosas, plasmando movimientos y sentimientos bellos, la naturaleza, los elementos vitales, la felicidad, el sosiego, la paz,..., todo ello en aras al deleite de los ojos, a un arte que debe transmitirse al cerebro y al corazón, en suma, en diálogo con el espacio.

Admirador del francés Rodin en lo que a modelar perfiles inacabados pero correctos se refiere, el escultor oriundo de la pedanía murciana de Javalí Nuevo engrosa asimismo su universo artístico con vivencias de su infancia, con recuerdos empapados de su tierra ribereña del Segura, como es el caso de las canasteras, paradigmas de fuerza y ternura a la par, obras desnudadas por golpes de viento, de ritmos deseados en segundos planos de ropas, vestimentas,...

Con todos esos mimbres, el mayor legado de González Beltrán a la Humanidad es el de unas esculturas que, contemplándolas, nos hacen reflexionar sobre la vida, lo trascendente de este orbe, el hombre como esencia de vitalismo,..., haciendo gozo y virtud lo más genuino del arte.

Como decía el sabio, "no existe arte más grande ni más benéfico para el alma humana que el de cincelar la propia escultura". Mariano González Beltrán lo consigue a las mil maravillas.

Es un orgullo tenerte como torreño, como gran persona y maestro de lo inmortal.

Juan José Ruiz Moñino 

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